sábado, 3 de enero de 2009

Sin título.

Hoy es un día de esos en los que lo mandaría todo a la mierda. En los que me siento la persona más sola del mundo rodeada de gente cualquiera.
Hoy no siento ni la cobardía esa que muchas veces te impide hacer una locura. No está, hasta ella se ha ido.
Hoy es de esos días en los que llamas a alguien y la conversación no existe. Un día en el que las personas que te hablan no te dicen nada, las miradas no significan nada, los silencios no significan nada. Un día en el que necesitas sentirte rodeada sin tener que pedir ayuda. Y hoy no hay nadie, estoy sola.
Estoy harta de los reproches de mi madre tras un año entero de sermones y autoevaluaciones; de las quejas de mi padre por como va todo; y de los mosqueos de mi hermano por lo que él considera injusticias. Harta de pedir permiso por todo lo que quiero hacer, de buscar objetivos a lo que hago para poder justificarme ante los demás, de... dar todo y no sentirme conforme con lo que recibo...
Pero da igual. Da igual porque sé que la culpa es mía. No soy lo suficientemente valiente ni para contestar sinceramente un "¿qué te pasa?" Nunca me pasará nada, yo siempre estaré bien para los demás.
Y seguiré llorando aquí, como hoy, sola.
Pero bueno, mañana volveré a estar bien, aunque más cansada por saber que nada ha cambiado, que mis lágrimas de hoy no han servido para nada; que seré yo la que siempre volverá a ceder, a dar todo lo que me pidan y a contestar "no me pasa nada, estoy muy bien".
¿Y por qué escribo esto? Porque no me sacia el sólo llorar, y mientras aprieto mi estómago para no gritar mi bolígrafo va escribiendo.
Así mi rabia se calma y poco a poco voy dejando de llorar, mi letra vuelve a ser controlada y me vuelvo a sentir acompañada de mi soledad.

Cuando me pregunten por qué escribí esto y que me pasaba, volveré a contestar "nada, estoy muy bien".