jueves, 21 de agosto de 2008

a veces...

Una mañana te levantas con ganas de dar a conocer al mundo entero lo que ronda por tu cabeza: miedos, penas, soledad, injusticia, mentiras, celos, fracasos, felicidad, compañía, verdad, amistad, victorias, satisfacciones, amor…

Y lloro…
Porque así me siento libre…
Porque sé que nadie lee mis lágrimas si no las ve…
Y porque llevan muchísimo tiempo sin salir…

Pero esas lágrimas son de felicidad, de la más sincera felicidad; porque soy feliz.
Porque aunque hay instantes en que lo dudo hay otros muchos momentos en los que estoy totalmente segura de ello.

Porque ya no duelen, ya no. No son indiferentes, pero sí insignificantes, apenas perceptibles para mí. No ocupan mi tiempo, ni mi mente… (Y no hablo de personas, de verdad, sino de sentimientos… sensaciones que ya no me molestan porque han sido invadidas por las positivas…; como pretendía…)

Porque soy privilegiada, la persona con más suerte del mundo, muy especial…
Y porque todo lo mejor está apunto de llegar…
Lo presiento…